11 de febrer del 2013

Cuando Arnold conoció a Clint

 
En 1975, el director Bob Rafelson se encontraba en plena pre-producción de su nuevo proyecto, Stay Hungry (rebautizado en español con el dudoso nombre de El Gran Guardaespaldas). La película nos explica la historia de Craig Blake, un joven de Birmingham (Alabama) que se ve envuelto en un turbio negocio inmobiliario. Para poder completar la transacción y salir indemne de ella, necesita adquirir el edificio en el que se encuentra un gimnasio. Pero cuando toma contacto con el lugar, cambia su visión al enamorarse de la recepcionista y hacerse amigo de un culturista llamado Joe Santo, que se prepara intensamente para el concurso de Mr. Universo.
 
Habiendo contratado a Jeff Bridges y a Sally Field para los papeles principales, Rafelson se centró en la búsqueda del hombre que pudiera dar vida a Joe Santo. Pronto se le indicó que había un culturista viviendo en Los Angeles que había sido Mr. Universo y Mr. Olympia, en varias ocasiones, y que además tenía alguna experiencia en la interpretación.
 
Rafelson contactó con ese culturista austriaco cuyo nombre no podía ser otro que Arnold Schwarzenegger. El director le puso en contacto con un profesor de interpretación, Eric Morris, con quien empezó a trabajar su papel. Gracias a esta oportunidad de poder trabajar en Stay HungryArnie consiguió el Globo de Oro al mejor actor debutante. Había trabajado en dos películas anteriormente, "Hercules en Nueva York" (1970) y "El Largo Adiós" (1973), pero en la primera su voz fue doblada en post-producción mientras que en la segunda su personaje era sordomudo.
 
 
 
La amistad con Rafelson también le sirvió a Arnold para empezar a entrar en contacto con la comunidad de Hollywood. Su presencia en fiestas en las que estaban presentes Roman Polanski, Jack Nicholson, Warren Beatty, Julie Christie... fue algo recurrente.
 
En su biografía "Total Recall. My Unbelievably True Life Story", Arnold se refiere a este grupo de celebridades de la siguiente manera: "gente de Mulholland Drive". Este acercamiento a ellos le permitió ver cómo vivían y actuaban las grandes estrellas del celuloide y se reafirmó en su voluntad férrea de llegar pronto a ese nivel.
 
Pero, al mismo tiempo, vio algo con lo que él nunca podría coincidir. La conducta bohemia y extraña de Nicholson y Beatty era algo que él nunca compartiría. "Estos hombres eran artistas y se comportaban como artistas" afirma en su biografía. Comprendió también que los artistas natos como ellos tenían una tendencia natural a comportarse de forma extraña y bohemia. Sobre Warren Beatty, un actor con grandísimo éxito y proyectos constantes a su alrededor, llega a decir: "uno le escuchaba hablar y empezaba a preguntarse cómo había logrado hacer algo". Su rebosante creatividad le hacía ser caótico en sus razonamientos hablando siempre de forma precipitada.
 
Pero también conoció a otro actor de éxito que no compartía nada con los del estilo Mulholland Drive. Fue en el restaurante de Dan Tana, en Santa Monica Boulevard, donde Arnold conoció a Clint Eastwood. Le sorprendió ver que, a diferencia de las otras estrellas, Clint solía comer solo al otro lado del salón. Para él no era necesario el jolgorio ni la superficialidad. Otros actores se sentían incómodos al ver a una celebridad comiendo sola. Sin embargo, para Clint esto no representaba ningún problema. Es más, quería que fuera así.
 
En una ocasión, Arnold decidió presentarse. Clint le invitó a sentarse y charlaron. Le confesó que era fan del culturismo y le explicó cual era su plan de ejercicio diario. Schwarzenegger le admiraba desde Harry el Sucio (1971) y disfrutó al conocer a otro tipo de estrella, una que sólo busca el impacto cuando está rodando y que gozaba de una vida personal conscientemente alejada del ojo público.
 
En esa época surgió una amistad que ha continuado durante décadas y que se ilustró, de forma pública, cuando Arnold entregó el premio Irving Thalberg a Eastwood durante la gala de los Oscar de 1995.